viernes, 9 de diciembre de 2011

Tú sigue preocupandote, yo mientras prefiero ser feliz.

Últimamente me ha dado por pensar que la gente vive rodeada de demasiadas preocupaciones. La gente se agobia con cosas que puede que no tengan tanta importancia para lo en serio que se lo toman. De verdad que hay gente muy exagerada.
Por otro lado estoy yo. Nunca me he parado a pensar si lo que hago está bien hecho, si lo que digo está política, moral o socialmente bien dicho. Se podría decir que me da igual todo, me resbala si quiere subir el íbex, o si cierran la tienda de sofás de la vuelta de la esquina, no me importa que suban el precio de las entradas de cine, ni me suele preocupar que cambien la fecha de un exámen. No es pasividad, ni desidia, ni desgana; yo simplemente me preocupo por las cosas que realmente merecen ser tomadas en serio. No me pienso las cosas dos veces antes de hacerlas porque sé que como vuelva a pensar la gilipollez que estoy a punto de hacer se me quitarán las ganas de hacerla, prefiero no pensar en el qué dirán, y centrarme más en el qué me conviene, o qué quiero hacer en este momento.
En serio, deberíais ser todos un poco más Inés, os iría mucho mejor. ¿Sabéis eso que dicen que del estrés te salen arrugas, o de estudiar te salen ojeras? Pues mis únicas arrugas serán de reirme, y la razón de mis ojeras no será otra cosa que una noche demasiado larga, o una fiesta demasiado intensa.
¿Y si nos olvidamos de todos los problemas que nos pueda plantear la vida? Sólo un día. Os reto a pasar 24 sin preocuparte de absolutamente nada. Sólo sentir, besar, disfrutar... Sólo vivir.